No todo lo que llamamos cáncer debería llamarse cáncer

Imagine el momento en que se le para el corazón al oír esas temidas palabras: "Tienes cáncer". Es un diagnóstico que estremece a cualquiera. Pero, ¿y si le dijéramos que no todos los cánceres son iguales? Que algunos cánceres tienen muy pocas probabilidades de afectar a su calidad de vida, pero que, debido a nuestro enfoque actual de la asistencia, darán lugar a procedimientos innecesarios, tratamientos dolorosos y consecuencias negativas.

En un reciente artículo del artículo del New York Times escrito por la fundadora del estudio WISDOM , la Dra. Laura Esserman, cirujana de seno , y el Dr. Scott Eggener, oncólogo urólogo, los oncólogos cuestionan la visión tradicional del cáncer. Sostienen que, a medida que ha evolucionado nuestra comprensión de la enfermedad, nuestra definición de cáncer necesita una seria actualización. El término "cáncer" tiene sus orígenes hace 2.500 años, pero hoy en día lo diagnosticamos utilizando tecnologías muy sensibles, y cada vez identificamos más afecciones que podrían haber pasado desapercibidas sin ningún problema. Este fenómeno de "sobrediagnóstico" es una consecuencia bien documentada de los cribados de seno y el cáncer de próstata.

El quid de la cuestión radica en que no todos los cánceres se comportan de la misma manera. Tomemos como ejemplo el cáncer de próstata Gleason 6 o el carcinoma ductal in situ (D.C.I.S.) en seno . Estas afecciones suelen clasificarse como de bajo riesgo y representan una parte significativa de los diagnósticos de cáncer, en torno al 20-25% en Estados Unidos. Sin embargo, los pacientes con estos tipos de cáncer suelen ser sometidos a tratamientos agresivos, como cirugía o radioterapia, a pesar de que en el momento del diagnóstico su enfermedad no pone en peligro la vida y no presenta síntomas.

Los médicos proponen dos enfoques para abordar este problema. El primero es la realización de pruebas de detección personalizadas, adaptadas a los factores de riesgo de cada persona. Este método podría sustituir al enfoque único basado en mamografías anuales en función de la edad. Y en su lugar, identificar quién corre riesgo de padecer qué tipos de cáncer, personalizar un plan sobre cuándo y con qué frecuencia someterse a cribado, y centrarse tanto en la prevención como en la detección precoz de los cánceres de crecimiento rápido. El segundo enfoque es la vigilancia activa, en la que los cánceres en estadios tempranos se controlan de cerca pero no se tratan hasta que es necesario. Este método ya está ganando terreno en el cáncer de próstata en estadios tempranos, con Suecia a la cabeza.

Haga clic en AQUÍ para leer el artículo del New York Times.

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